Page 27 - SARA ALVAREZ CORPUS
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Éstos, se convierten en los principios terapéuticos que se basa la equinoterapia, actuando
en todo momento sobre el jinete. El valor fisioterapéutico y psicoterapéutico de cada uno de
ellos son:
Primer principio: transmisión del calor corporal del caballo al cuerpo del jinete.
a) Valor fisioterapéutico: El calor corporal del caballo es de 38ºC, más caliente que el cuerpo
del humano, adquiriendo esto gran importancia porque, se puede aprovechar como un
instrumento calorífico para distender y relajar la musculatura y ligamentos, y estimular la
sensopercepción táctil.
En la hipoterapia, la monta sin albardón y si es posible a pelo, permite que el calor se
transmita desde el lomo y costado del animal al cinturón pélvico y miembros inferiores del
paciente. La temperatura corporal del caballo puede sub ir hasta 38,8ºC durante el movimiento,
lo que favorece el relajamiento de los aductores, músculos del muslo y glúteos.
La relajación y elongación de los aductores provoca una liberación del cinturón pélvico, por
lo que éste adquiere más flexibilidad y elasticidad recuperando así su posición correcta y su
funcionalidad para la adaptación al movimiento del lomo del caballo. El asiento se hace cada
vez más profundo y el calor se transmite desde el lomo penetrando cada vez más en los músculos
y ligamentos del cinturón pélvico. Se ha comprobado que el efecto distensor de los aductores
se mantiene incluso hasta seis horas después de una sesión terapéutica.
Al ejecutar ciertos ejercicios, como doblar el tronco hacia adelante, abrazando el cuello del
caballo, se extiende el efecto de relajamiento y estimulación sensorial a los miembros superiores
y los músculos abdominales y pectorales. Al acostar el tronco hacia atrás, los músculos dorsales
y lumbo dorsales reciben los beneficios del calor que se transmite desde el lomo.
b) Valor psicoterapéutico: El calor corporal del caballo adquiere gran importancia en el área
psicoafectiva porque, según sea el manejo terapéutico, puede fungir como sustituto del calor
materno. Gross (2006) afirma que, aunado a la temperatura corporal, el movimiento del caballo
provoca la sensación de ser “mecido”, lo que genera sentimiento de seguridad, amor y
protección. Con base a esto, se puede reconstruir la autoconfianza y autoaceptación. El efecto
“mecedora” de la monta a caballo da, además, la posibilidad de utilizar la hipoterapia con
excelentes resultados en la estimulación temprana, lo que acelera en gran medida el desarrollo
físico-psíquico del paciente.