Page 32 - NATALIA ISABEL MUÑIZ ESTRADA
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- Todas las familias pueden ser resilientes, dando lugar a mejorar sus esfuerzos y
fortaleciendo ciertos procesos fundamentales.
Desde el Modelo de Walsh (2004), la resiliencia familiar está compuesta por tres procesos
centrales: procesos organizacionales, el sistema de creencia y los procesos comunicativos, que se
explicaran en los siguientes apartados.
1. Procesos organizacionales.
La mayoría de las familias muy angustiadas atendidas en organismos de servicios sociales
son monoparentales y reconstruidas. Debemos tener presente que las familias pueden funcionar
bien con variadas formas. No obstante, en las familias con muchos problemas y escasos recursos,
las perdidas y dislocaciones que acompañan cada cambio en el estatus familiar y la composición
de la casa pueden agravar la confusión y crean dificultades para la reestabilización y
reorganización. Si las presiones contenidas se tornan intolerables, uno de los progenitores puede
amenazar con abandonar el hogar e incluso irse efectivamente. Cuando un padre va y viene una y
otra vez, con repetidas separaciones y reencuentros, o una madre soltera convive con distintos
novios en forma sucesiva y concibe un niño con cada uno, la organización del hogar, los roles,
los patrones de interacción y las expectativas relacionales pueden llegar a ser muy confusos. Es
importante obtener información acerca de los hombres que han cumplido algún papel en la vida
de una madre y sus hijos, si los niños tienen diferentes padres, también acerca de la magnitud y la
solidez del contacto y el apoyo económico.
-Familias desorganizadas: construcción de la estructura, la estabilidad y el liderazgo. Las
familias tambaleantes por el impacto de múltiples crisis son propensas a desorganizarse. Este
patrón de infraorganización debe considerarse, no como un estilo preferido a un tipo de familia,
sino como la consecuencia de una situación incesante de estrés que ha debilitado la capacidad de
una familia de funcionar bien. Cuando las familias se enfrentan a situaciones diarias de estrés
ambiental, deben maniobrar con sus menguados recursos para satisfacer sus necesidades básicas.
Los roles se desintegran y los miembros de la familia tienen dificultades para colaborar en la
estructura de la vida diaria y resolver los problemas que se acumulan. Como resultado se genera
una falta de seguridad y de consistencia, cuando cada uno de los miembros se marcha de la casa
y vuelve a ella según sus propias necesidades. Luego de haber experimentado tantos trastornos,
las familias pueden volverse inflexibles a raíz del temor que les producen los cambios
incontrolables. En lugar de fomentar la angustia, debemos proporcionar una calma y una
estabilidad tranquilizadora. El liderazgo familiar, debilitado por el estrés, es por lo común errático