Page 36 - SARA ALVAREZ CORPUS
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niños y las niñas aprenden a ser seres sociales, a cuidar de sí mismos y a participar en la
comunidad (Aguirre et al.2008; Alcantud et al. 2015)
El autismo es un trastorno del desarrollo de origen neurobiológico que se define en base
a rasgos comportamentales y del desarrollo. Los mecanismos neurobiológicos afectados y sus
vínculos directos con la conducta no han sido aún establecidos, pese a que hay suficientes datos
para hablar de múltiples posibles causas de los mismos: genética, metabólica, infecciosa... No
obstante, aún no existe un tratamiento médico de estas alteraciones, siendo el educativo el
aceptado como más adecuado en la actualidad (Hervás et al. 2017; Alcantud, 2013; Aguirre et
al.2008)
Las personas con TEA son diagnosticadas en sus primeros años de vida por presentar
una serie de características en su conducta que los diferencian del niño y de la niña con
desarrollo “normal”. Estas alteraciones pueden oscilar desde la conducta solitaria e indiferente,
hasta una aceptación pasiva de los demás, aunque con importantes dificultades para iniciar y
mantener las relaciones, compartir intereses y desarrollar interacciones recíprocas (Aguirre et
al.2008)
De acuerdo con el DSM V (APA, 2014 pág. 50 -51), los criterios de diagnóstico
(caracterización) se centran en dos áreas: deficiencias persistentes en la comunicación social y
en la interacción social y patrones restrictivos y repetitivos de comportamiento, intereses o
actividades.
Las deficiencias persistentes en la comunicación social y en la interacción social en diversos
contextos, se manifiestan en los siguientes comportamientos:
1. Las deficiencias en la reciprocidad socioemocional, varían, por ejemplo, desde un
acercamiento social anormal y fracaso de la conversación normal en ambos sentidos
pasando por la disminución en intereses, emociones o afectos compartidos hasta el
fracaso en iniciar o responder a interacciones sociales.
2. Las deficiencias en las conductas comunicativas no verbales utilizadas en la interacción
social, varían, por ejemplo, desde una comunicación verbal y no verbal poco integrada
pasando por anomalías del contacto visual y del lenguaje corporal o deficiencias de la
comprensión y el uso de gestos, hasta una falta total de expresión facial y de
comunicación no verbal.