Page 24 - ALEJANDRA ABIGAIL LONGORIA PAULI
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agrupan dentro de un único marco y se conciben desde la perspectiva del desarrollo
de los alumnos, y no desde la perspectiva de la escuela o de las estructuras
administrativas.
- Desarrollar prácticas inclusivas: esta dimensión se refiere a que las prácticas
educativas reflejen la cultura y las políticas inclusivas de la escuela. Tiene que ver
con asegurar que las actividades en el aula y las actividades extraescolares
promuevan la participación de todo el alumnado y tengan en cuenta el conocimiento
y la experiencia adquiridos por los estudiantes fuera de la escuela. La enseñanza y
los apoyos se integran para “orquestar” el aprendizaje y superar las barreras al
aprendizaje y la participación. El personal moviliza recursos de la escuela y de las
instituciones de la comunidad para mantener el aprendizaje activo de todos.
2.1.2. La Inclusión Escolar de Alumnos con Discapacidad
La inclusión, por tanto, supone la integración total. Pero, para que se dé
una integración total es necesario modificar las comunidades, no sólo las escolares, sino toda
la sociedad en general. Los autores que trabajan en esta línea manifiestan que se ha dado una
integración escolar, pero que ésta no es suficiente, es necesario normalizar toda la
sociedad. La comunidad entera debe prestar atención a la diversidad. Por ello se hace
necesario transformar la sociedad, ya que sólo cuando ésta sea una verdadera sociedad de
iguales, entonces se habrá conseguido la integración (Fernández, 2014).
Deben ejecutarse los ajustes curriculares y las decisiones en el orden técnico
profesional y organizativo que sean necesarios en la escuela, para lograr la atención
diferenciada y personalizada a los escolares. Entre otras condiciones para llevar a cabo la
atención a escolares con necesidades educativas especiales, se consideran las llamadas
adecuaciones de acceso al currículo como son la eliminación de barreras arquitectónicas,
garantía de prótesis, lupas, equipamiento, muebles especiales y otras, así como la
participación activa de la familia de los escolares en el proceso de toma de decisiones y en
su puesta en práctica, por la importancia desarrolladora que tiene la coordinación y
sistematización de las influencias educativas (González et al. 2017).
Se coincide con Florian (2013) que, en lugar de enfocarnos en los criterios
diagnósticos referidos para categorizar a los alumnos, atendamos las diferencias educativas,
reconocidas en la manera de responder a tareas y actividades académicas. No olvidemos que