Page 12 - ANNA CRISTINA GARCIA GOMEZ
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                  iniciativas en la escuela y en el aula, para fortalecer el aprendizaje y la participación de todos

                  sus alumnos y alumnas, así́ como de los propios docentes y de las familias (Sánchez, 2011).
                         La  implementación  de  la  escuela  inclusiva  requiere  reestructurar  la  cultura,  las

                  políticas y las prácticas de los centros escolares para posibilitar la atención del alumnado en
                  su diversidad, impulsa a la participación. Una educación inclusiva alude a la necesidad de

                  que todos los alumnos y las alumnas, sea cual sea su condición, se eduquen juntos en la
                  escuela de su comunidad y participen, sin discriminaciones, del currículo y de las actividades

                  educativas.

                         Una escuela inclusiva reconoce a la escuela  como un lugar idóneo donde los alumnos
                  y las alumnas simultáneamente aprenden la cultura, aprenden con otros y aprenden consigo

                  mismos, exige experiencias de aprendizaje de calidad, por lo que la escuela promueve en el
                  alumnado altos niveles de logros educativos, pone una atención especial en aquellos grupos

                  en condición de vulnerabilidad, en peligro de ser marginados, excluidos o con riesgo de no
                  alcanzar  la  satisfacción  de  sus  necesidades  básicas  de  aprendizaje  e  implica  la

                  responsabilidad profesional de todos los docentes y directivos para realizar el seguimiento

                  de sus logros, así́ como las acciones necesarias para garantizar su asistencia, participación y
                  egreso exitoso de la educación básica (Sánchez, 2011).

                         Al mismo tiempo, la Educación Inclusiva cobra relevancia para enfrentar las actitudes

                  negativas con respecto a las diferencias, a la discriminación y a los prejuicios que tienen su
                  origen en la sociedad y representan un serio obstáculo para la educación, de ahí́ la importancia

                  de impulsar políticas y  prácticas inclusivas en el sistema educativo en su conjunto, para
                  contribuir a superar las desigualdades de origen de los alumnos y las alumnas, reducir la

                  brecha social y avanzar hacia sociedades más justas, equitativas y democráticas.
                         Echeita  y  Simon  (2007),  señalan  que  para  progresar  en  la  implementación  de  la

                  escuela inclusiva y en los modos de responder a las necesidades educativas de los alumnos

                  en condición de discapacidad o que enfrentan barreras para el aprendizaje y la participación
                  en el contexto de una escuela inclusiva, no basta con apelar a la ética y a los valores en que

                  dicha concepción descansa, ni en los apoyos que pueda brindar el sistema educativo, ni la
                  capacitación,  actualización  y  provisión  de  recursos  a  los  docentes,  sino  que  también  y

                  necesariamente hay que modificar las creencias implícitas al respecto mediante un proceso
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