Page 25 - DIANA GUADALUPE SAUCEDO ARRIAGA
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                  que permite el intercambio de ideas y visiones del mundo de una forma que es imposible

                  para el lenguaje oral. Además, la escritura promueve el dialogo no solo entre una persona y
                  otra,  sino  entre  una  persona  y  su  pensamiento,  pues  permite  no  solo  la  lectura  de

                  pensamientos internos, sino que facilita la reflexión de dichos pensamientos.

                         Para  lograr  lo  anterior,  la  lectura  promueve  procesos  mentales  que  permitan  la

                  organización de significados y conceptos, dotándoles de una mayor claridad, y permitiendo
                  la  elaboración  de  una  tipología  de  estos  (Ong,  1997).  En  la  escritura  se  ven  envueltos

                  elementos cognitivos y metacognitivos, poniendo énfasis en la reflexión de lo escrito, lo
                  que supone una oposición clara a la espontaneidad que puede poseer el lenguaje oral, por lo

                  que se puede decir que la escritura es algo que se ha de llevar a cabo con calma, dotándole

                  de suficiente tiempo, dedicación y paciencia (Cassany, 1995).

                         Para  llevar  a  cabo  el  proceso  de  escritura,  se  requiere  de  dos  elementos

                  indispensables, a saber, el principio alfabético y el conocimiento de las normas ortográficas
                  (Díaz Oyarce, 2006). El principio alfabético se refiere al aprendizaje del sonido asociado a

                  cada letra, así como a su inverso, es  decir, que letra corresponde a cada sonido; por su
                  parte, el conocimiento de las normas ortográficas hace referencia al conocimiento de las

                  convenciones que rigen el sistema de escritura de cualquier idioma, es decir, las normas
                  ortográficas que se utilizan para que los hablantes de cada lengua puedan tener un marco

                  referencial unificado.

                         Ambos elementos, principio alfabético y normas ortográficas, permiten la escritura

                  de palabras aisladas, las cuales, han de dar paso a unidades de mayor complejidad como lo

                  son las oraciones y los textos. Dado que el dominio de estos elementos es necesario para la
                  elaboración de textos escritos, es necesario mencionar el papel que la memoria desempeña

                  para lograr dicho proceso junto al contexto de producción  (Escoriza Nieto, 2004). En la
                  memoria, específicamente en la memoria a largo plazo, es donde se encuentran guardados

                  los conocimientos previos que han de ser convertidos en palabras, las cuales, a su vez, serán
                  transcritas  de  manera  que  tengan  un  sentido  coherente.  En  este  proceso,  el  cual  puede

                  percibirse  como  simple  en  apariencia,  se  observan  conocimientos  de  diferentes  niveles,

                  pues  se  aprecian conocimientos  referentes  al  tema  sobre  el  cual  se  ha  de escribir,  y  las
                  convenciones y dimensiones del lenguaje.
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