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habilidades emocionales ayuda a la resolución pacífica de problemas, lo que, en

consecuencia, facilita la adaptación al medio ambiente. Las habilidades que se han de
potencializar para lograr lo anterior son aquellas que permitan percibir, valorar y expresar

emociones de forma exacta, así como aquellas que permitan el adquirir los sentimientos,
comprender las emociones, además de regularlas.

Autorregulación

La autorregulación se define como “ la capacidad de regular los propios

pensamientos, sentimientos y conductas, para expresar emociones de manera apropiada,
equilibrada y consciente” (Secretaría de Educación Pública, 2017, pág. 335). Es decir, la

autorregulación es la capacidad de la persona para ejercer control sobre sus emociones, de
manera que se pueda manejar la intensidad de estas. La autorregulación requiere, por tanto,

que la persona sea capaz de reconocer estas emociones, así como los pensamientos que

puedan derivarse de las mismas.
Como menciona Eisenberg (2017), la regulación emocional adecuada es una

indispensable para un proceso adaptativo social y emocional adecuado por parte de la
persona. El fracaso en la adquisición de esta dimensión conlleva que, debido a pobres

respuestas emocionales por parte de la persona, su interacción social se vea limitada en el

mejor de los casos.
Cabe hacer notar que la autorregulación se encuentra compuesta por procesos

intrínsecos y extrínsecos, por lo que se debe de considerar que el dominio de esta dimensión
se ve afectada no solo por factores inherentes a la persona (aquellos intrínsecos), sino que

para lograr dicho dominio se necesita de educación emocional proporcionada en diferentes
ámbitos como la escuela, la familia y la sociedad (factores extrínsecos). Dichos procesos se

encargan de supervisar, evaluar y modificar las respuestas emocionales que presente la

persona, especialmente aquellas que por su naturaleza sean intensas y temporales (Vargas
Gutiérrez & Muñoz Martínez, 2013).