Page 27 - ISABEL CRISTINA CASTAÑEDA FUENTES
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Como se mencionó anteriormente, las emociones son agitaciones del estado de ánimo,
y pueden tener su origen en ideas, recuerdos, apetitos, deseos o pasiones; generalmente son
de corta duración, pero su intensidad puede variar, pasando de baja a alta intensidad,
dependiendo del estímulo que haya provocado la emoción y la relación de dicho estimulo
con la persona (Fernández, 1999).
Se puede deducir que las emociones, por tanto, no surgen de la nada. En cambio, se
derivan de cambios en los modos en que la persona se relaciona con el mundo, así como la
manera en que percibe su realidad. Por tanto, son el resultado de cambios en el pensamiento,
así como de comportamientos observables. Rhein (1997) considera existen dos vías de
reacción para las emociones. La primera de estas vías es resultados de acontecimientos
urgentes, por lo que se expresa como una respuesta impulsiva, la cual procede al pensamiento
consciente de la persona. La segunda vía, si bien también se caracteriza por ser una respuesta
emocional, se da como consecuencia de la interpretación de los acontecimientos, es decir,
viene precedida de la percepción de dicho acontecimiento.
Clasificación de las emociones
Goleman (1998) realizó una tipología de las emociones, en donde las clasificaba
como primarias y secundarias. Las emociones primarias eran aquellas innatas e inherentes al
ser humano, mientras que las emociones secundarias se diferenciaban de las primarias en el
hecho de que estas se ven influenciadas por las experiencias de vida de la persona, es decir,
son aprendidas y moldeadas en un contexto histórico, económico y social, por lo que las
emociones secundarias varían de persona a persona.
Para Goleman, las emociones primarias son seis, a saber:
Aversión: emoción que provoca alejamiento del estímulo. Su principal función es la
supervivencia del organismo. Esta emoción permitió a los primeros humanos alejarse de
alimentos en mal estado o venenosos que pudieran dañar su salud.
Sorpresa: se relaciona tanto con situaciones desagradables como agradables, siendo
su principal característica que es una reacción ante lo desconocido. Su función es aumentar
los sentidos y la capacidad de reacción, de manera que le permita al organismo huir de
aquellas situaciones que pudieran resultar peligrosas.