Page 29 - GEMMA CITLALLI CEDILLO GALICA
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un texto. Aproximadamente a los cuatro años, empiezan a concebir la escritura como un objeto
sustituto de otro objeto externo a ella: ¿Qué dice allí?, señalando un texto escrito; esta pregunta
nunca se utiliza para referirse a objetos. El problema que los educandos se plantean es
comprender aquello que la escritura sustituye. «Intentan establecer las distinciones entre dibujo y
escritura y, paralelamente, entre imagen y texto», (Ferreiro, 1979)
Nivel 1: Escribir es reproducir los rasgos típicos del tipo de escritura que el niño identifica
como la forma básica de escritura En este nivel lo importante es la intención subjetiva del niño
escritor, más que las diferencias objetivas del resultado escrito. Todas las escrituras se parecen
mucho entre sí, lo que no quiere decir que para el niño no sean diferentes, puesto que las
intenciones que lo motivaron a realizarlas eran diferentes. En este nivel la escritura resultante no
funciona como vehículo de transmisión de información: cada niño puede interpretar su propia
escritura pero no la de otros.
El niño no utiliza necesariamente términos convencionales para nombrarla; puede hablar en
general de “letras” o de “números” sin hacer distinciones entre esos dos subconjuntos (es decir,
que todas las marcas reconocidas como no icónicas son nombradas “letras”, incluidos los
números, o bien son llamados “números”, incluidas las letras). Lo que no es del orden del dibujo
puede también recibir denominaciones tomadas de entre los nombres convencionales, pero
utilizados de una manera menos convencional. Esas marcas pueden no tener otra denominación
que la que corresponde al resultado de una acción específica: “marqué”, “escribí”.
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