Page 27 - GUADALUPE DEL CARMEN BELMARES SILVA
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Además de estas barreras, Booth y Anscow (2011) detectaron otro tipo de barreras,
a saber, barreras teóricas como lo son el currículo de la escuela y las estrategias didácticas
empleadas por el docente, las cuales no eran aplicables a aquellos alumnos que presentaban
alguna dificultad académica, lo que resultaba en la limitación de esta sub población para la
participación dentro del salón de clases, lo que afectaba de forma negativa en sus resultados
educativos.
Se puede decir que, para lograr una inclusión educativa apropiada de los alumnos
con alguna barrera, era necesario que la parte administrativa de la escuela, así como las
estrategias didácticas que se empleaban dentro del salón de clases, siguieran principios
como: “La eliminación de las barreras estructurales entre los distintos grupos de estudiantes
y el personal. El desmantelamiento de programas, servicios y especialidades aisladas. El
desarrollo de enfoques pedagógicos (como los enfoques constructivistas y el aprendizaje
cooperativo) que permitan a los alumnos aprender juntos y no separados)” (Aisncow &
Miles, 2008, pág. 20)
Para algunos teóricos, las barreras para el aprendizaje y la participación no son
independientes de los déficits propios del alumno, es decir, las barreras se integran por
elementos propios del estudiante como por elementos externos, como lo son el entorno
educativo y social en el cual el estudiante ha crecido (Echeita Sarrionandia, 2008). Sin
embargo, Booth y Aisncow (2002) mencionan que el atribuir al estudiante cualquier déficit
que pueda presentar en cuanto a su avance académico, puede ayudar a invisibilizar las
barreras que el alumno puede presentar, así como puede dificultar observar la conexión que
existe entre todos los niveles educativos, lo cual puede dificultar las innovaciones