Page 44 - JULIETA ABIGAIL VALDES GUERRA
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lo que ya se conoce y se tiene como cierto, hacia lo desconocido, y resulta difícil para los
docentes romper con sus rutinas e implementar nuevas prácticas.
González (2018) señala que en el acto de enseñar conocemos que el docente asume
un papel protagónico, pues en sus prácticas pedagógicas es el responsable de que los alumnos
regulares y con discapacidad alcancen el desarrollo de competencias cognitivas y sociales. Y
como su labor no se reduce a la ejecución de los contenidos y currículos, debe dejar de ser
un personaje pasivo y, a partir de la reflexión, constituirse en un sujeto transformador, capaz
de autoevaluarse, transformar el modelo tradicional y desarrollar en los estudiantes las
habilidades que les permitan alcanzar el aprendizaje significativo, tomando en cuenta el papel
importante que es llevar a cabo el manejo correcto de las emociones y buenas actitudes ante
los alumnos que necesitan de nuestra ayuda.
Las actitudes de los profesores frente a los alumnos en condición de discapacidad,
también pueden verse influenciadas por sus percepciones en cuanto a los recursos y
características de la institución, así como por su formación e iniciativa para trabajar con ellos.
González (2018) menciona que, la formación de los docentes ha ido evolucionando
conforme se presentan cambios en los sistemas educativos, cambios que cada día exigen
nuevos perfiles del educador en los que la actividad de enseñar pase de lo teórico y lo técnico
a un proceso reflexivo que permita imaginar y concretar espacios de instrucción realmente
significativos, que además son, hoy por hoy, espacios incluyentes en los que no existen
alumnos especiales ni regulares.
Las acciones docentes ante las discapacidades pueden considerarse desde varias
perspectivas: el docente se convierte en tutor de aquellos alumnos que presentan dificultades
y lleva a cabo acciones prescritas por especialistas psicólogos o psicopedagogos o, por el
contrario, enseña a todo el grupo por igual. También puede darse la posibilidad de que busque
por sus propios medios estrategias que ayuden a estos niños, impulsado por su vocación
docente y por la valoración que hace de todos como sujetos con las mismas potencialidades
y derechos (González & Fierro 2018).
Granada et al. (2013, p. 9) afirman que, sin duda, es importante que los profesores
tengan una formación inicial profesional que les permita contar con herramientas para dar
respuestas educativas de calidad a la diversidad de estudiantes en el proceso de enseñanza-
aprendizaje y, por otra parte, que cuenten con una formación profesional continua que
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