Page 35 - PAULINA MARIELA RODRIGUEZ LIÑAN
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En el caso específico de los alumnos discapacidad intelectual, la inclusión implica
ofrecerles una educación de calidad que atienda sus necesidades y les permita desarrollar al
máximo sus potencialidades. Esto requiere de un enfoque centrado en la persona, que tenga en
cuenta sus intereses, habilidades y necesidades individuales, y que les brinde las herramientas
necesarias para su integración en la sociedad.
Es importante señalar que el Ministerio de Educación Nacional ha realizado importantes
esfuerzos para orientar el trabajo sobre inclusión educativa, en principio, a través de mesas
participativas con agentes educativos de todas las regiones construyó la fundamentación
conceptual para la atención en el servicio educativo a estudiantes con necesidades educativas
especiales y las orientaciones para la atención a la población con Discapacidad Cognitiva,
Sensorial y Motora, dentro del sistema educativo colombiano. Esta entidad también promueve
la adopción del índice de inclusión propuesto por Both y Ainscow (2002).
Mencionando lo anterior, se destaca el papel de las mesas participativas con agentes
educativos de todas las regiones para construir la fundamentación conceptual para la atención
en el servicio educativo a estudiantes con necesidades educativas especiales, esto sugiere que
se están tomando medidas para garantizar que los estudiantes con discapacidad intelectual
reciban el apoyo y la atención adecuada en el sistema educativo colombiano.
Como se menciona, el Ministerio de Educación Nacional promueve la adopción del índice
de inclusión propuesto por Both y Ainscow (2002). Este índice proporciona una guía para
evaluar y mejorar la inclusión educativa en las escuelas y, por lo tanto, es una herramienta
valiosa para garantizar que se estén tomando medidas efectivas para promover la inclusión de
las personas con discapacidad intelectual en el sistema educativo, dicha herramienta tiene
relevancia en mi informe.
Frente a las desigualdades en los procesos de aprendizaje, UNESCO (2013), muestra
como desde los diseños del currículo se puede estar incidiendo en prácticas excluyentes, pues
no basta con el ingreso de los estudiantes al aula sino de disponer de formas flexibles para
abordar el trabajo de formación. “Los planes de estudios que no reconocen y tratan los
problemas de inclusión pueden aislar a los grupos desfavorecidos en las aulas y reducir sus
posibilidades de aprender efectivamente”.
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