Page 33 - REGINA COELI ARREDONDO SANCHEZ
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(Bisquerra et al. 2007 citado por SEP, 2017). También implica reconocer en uno mismo
fortalezas, limitaciones y potencialidades, adquirir la capacidad de apreciar y agradecer, e
identificar condiciones internas y externas que promueven el propio bienestar (Véase et al.
2011 citado por SEP 2017). Al tener conocimiento de cómo las emociones, pensamientos y
deseos influyen en su manera de interpretar y actuar en una situación, el estudiante puede
tomar responsabilidad sobre su mundo interno y hacer los ajustes necesarios para actuar
consciente y libremente (SEP 2017).
Las habilidades que se deben desarrollar en esta dimensión de autoconocimiento
corresponden a la atención, conciencia de las propias emociones, autoestima, aprecio y
gratitud, y bienestar, estas deben facilitar y orientar a la reflexión del mundo interno de forma
que expresen sus necesidades, emociones, motivaciones, preferencias, fortalezas y sus
limitaciones.
La autorregulación es la segunda dimensión que maneja el programa esta es la
capacidad de regular los propios pensamientos, sentimientos y conductas, para expresar
emociones de manera apropiada, equilibrada y consciente, de tal suerte que se pueda
comprender el impacto que las expresiones emocionales y comportamientos pueden llegar a
tener en otras personas y en uno mismo. En esta dimensión es importante modular los
impulsos, tolerar la frustración, perseverar en el logro de objetivos a pesar de las dificultades,
aplazar las recompensas inmediatas, afrontar pacíficamente retos y situaciones de conflicto,
manejar la intensidad y duración de los estados emocionales, y lograr experimentar de forma
voluntaria emociones positivas o no aflictivas (Véase et al. 2009 citado por SEP 2017).
En la autorregulación, las habilidades a desarrollar refieren a la metacognición,
expresión de las emociones, regulación de las emociones, autogeneración de emociones para
el bienestar y perseverancia. Es necesario remarcar que no se puede confundir el regular las
emociones con la represión de estas puesto que el poder experimentarlas le permite al ser
humano reflexionar sobre su conducta siendo capaz de escuchar, tolerar y respetar
contribuyendo a su aprendizaje.
Correspondiente a la tercera dimensión se encuentra la autonomía, que es la capacidad
de la persona para tomar decisiones y actuar de forma responsable, buscando el bien para sí
mismo y para los demás. Tiene que ver con aprender a ser, aprender a hacer y a convivir. El
ejercicio de la autonomía implica poseer un sentido de autoeficacia, es decir, de confianza en