Page 37 - REGINA ELIZABETH GALVAN VILLARREAL
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Cataneo (2015), refiere que, en la dimensión didáctica de la práctica educativa el
maestro facilita, orienta y guía la interacción de sus alumnos con los diferentes saberes para
que construyan su propio conocimiento, en el trabajo educativo diario durante los procesos de
enseñanza.
Para Contreras (2003), el análisis de esta dimensión se relaciona con la reflexión sobre
la forma en que el conocimiento es presentado a los estudiantes para que lo recreen, y con las
formas de enseñar y concebir en proceso educativo. Con este fin, es necesario analizar: los
métodos de enseñanza que se utilizan, la forma de organizar el trabajo con los alumnos, el grado
de conocimiento que poseen, las normas del trabajo en aula, los tipos de evaluación, los modos
de enfrentar problemas académicos y, finalmente, los aprendizajes que van logrando los
alumnos.
Estas conceptualizaciones se relacionan con los principios del DUA, pues según el
CAST (2011), proporcionan estrategias para representar contenidos, formas de acción y
expresión, y la implementación de estas, siendo guiadas por el docente y personalizadas a las
necesidades de los alumnos. La tarea del maestro es facilitarle el acceso al conocimiento, cada
uno tiene la oportunidad de analizar la forma en que se acerca al conocimiento para recrearlo
frente a sus alumnos, así como la manera de conducir las situaciones de enseñanza en el salón
de clases y de entender el proceso de aprendizaje de sus alumnos.
Al hablar de quehacer docente es esencial referirnos a la didáctica, sobre la manera en
la que cada maestro decodifica y codifica los saberes para ser trabajados con y por sus
estudiantes, sobre la forma como conduce las situaciones didácticas en este espacio educativo,
tal como los problemas académicos que enfrentan.
La dimensión valoral de la práctica docente, se refiere al conjunto de valores y actitudes
que tiene el docente. La práctica docente siempre está formada por un conjunto de valores. Los
valores dependerán de cada maestro, puesto que cada uno imprime los valores personales con
los que cuenta, ya sea de forma consciente o inconsciente, de sus actitudes y sus juicios de
valor.
Cada maestro de manera intencional o inconsciente está comunicando continuamente
su forma de ver y entender el mundo, de valorar y entender las relaciones humanas, de apreciar
el conocimiento y de conducir las situaciones de enseñanza, lo cual tiene gran trascendencia en
la experiencia formativa que el alumno vive en la escuela. Fierro P.35 (1999).