Page 40 - VALERY PAULINA GARZA JIMENEZ
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- o bien, que produzca y al leerlo, “lo recorte oralmente en tantas partes como grafías haya
puesto.” (p.57).
A partir de la constante interacción y práctica de la lectura y la escritura, en este nivel
el niño se encuentra en posibilidades de formular la hipótesis silábica, que Gómez (2014)
explica como una aproximación racional al sistema alfabético de escritura en la que este ha
concluido que a cada sonido silábico le corresponde una letra. (p.58)
La hipótesis silábica se convierte en un reto para los estudiantes cuando se hace
presente de manera simultánea con la hipótesis de cantidad mínima de caracteres, en especial
ante monosílabos, pues al realizar intentos de correspondencia identifica que hay una grafía
formando la palabra, pero esto no le hará sentido, por lo que incluirá grafías extra o
“acompañantes” que satisfagan su hipótesis de cantidad mínima. (Gómez-Palacio, 2014, p.58).
Gómez Palacio expone que un conflicto de correspondencia similar al anterior se
observa cuando el estudiante produce palabras de las que ya conocía las letras que las
componen, es decir, palabras “aprendidas” de su entorno como su nombre. La producción es
correcta, pero ello no asegura una interpretación correcta o que haya abandonado la hipótesis
silábica. La estrategia propuesta para seguir de cerca el progreso es solicitar que lean su
producción e indiquen con el dedo para observar y analizar cómo hace coincidir lo escrito con
la hipótesis silábica, donde los resultados de la actividad serán que le sobren u omita letras o
que al inicio lea de manera silábica y después la totalidad; si no es que solo pasa el dedo por
toda la producción sin señalar grafías. (2014, p. 59)
En este nivel silábico, señala Gómez Palacio, destaca la adjudicación de un valor
sonoro silábico estable a cada letra que el estudiante conoce, lo que es decir que cada letra, sea
vocal o consonante, representa el sonido de una sílaba. Se puede observar el uso de vocales
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