Page 88 - VALERY PAULINA GARZA JIMENEZ
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Para la jornada de práctica del octavo semestre, que dio inicio el 07 de febrero del año
presente, llegué convencida de que el método silábico no les hacía sentido a mis alumnos o
que bien, no satisfacía sus necesidades, pues habían aprendido las sílabas de manera verbal
pero no eran capaces de escribirlas, identificarlas por escrito o de aplicarlas en actividades.
Además, me di cuenta de que dentro la población de tercer y cuarto grado en la primaria que
yo encontré como vulnerable había un grupo más reducido de alumnos con mayor
vulnerabilidad, estos son los alumnos que enfrentan barreras para el aprendizaje y la
participación en el lenguaje expresivo y que tampoco han accedido a la lectura y la escritura,
esto porque la enseñanza no ha tomado en cuenta sus características particulares ni respetado
su ritmo de aprendizaje.
La investigación tomó otro rumbo, realicé revisión documental y diseñé el plan-acción
para dar comienzo a la implementación. Comenté mis intenciones a la tutora de prácticas, la
maestra Paola, quien me sugirió incluir a una alumna de segundo grado en la misma situación
y me indicó aplicar el proyecto a las participantes junto a sus subgrupos originales, es decir,
sin reunirlas o modificar horarios de atención. Aproveché la oportunidad y le pedí más
información sobre las alumnas, pero su respuesta fue generalizada porque no cuentan con
diagnóstico médico. De la misma manera, traté de obtener información del área de
Comunicación y lenguaje sobre las alumnas, pero no parecía una fuente confiable porque
hubo dos maestras interinas que, a sabiendas del tiempo a cubrir, daban atención superficial.
Por lo tanto, por mi cuenta corría obtener más información para personalizar la atención.
Para comenzar, antes del periodo vacacional de abril y como mi tutora no me facilitó
las supuestas evaluaciones que aplicó al inicio del ciclo escolar a los participantes, consideré
en mi plan-acción aplicar una evaluación diagnóstica individual que mi tutora me ayudó a
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