Page 89 - VALERY PAULINA GARZA JIMENEZ
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estructurar (Apéndice 2) y que ella transfirió a los cuadernos de los alumnos para evitar el

                  gasto en impresiones. La evaluación comenzaba observando un abecedario en el que letra por


                  letra, debían mencionar su nombre o bien, emitir su sonido; después, en un grupo de letras,

                  signos de puntuación y números, reconocer y encerrar solo las letras; participar en un dictado


                  de cinco palabras cortas que inician con una vocal; leer palabras cortas que inician con una

                  vocal; leer un texto corto impreso, en el que la docente apoya dando lectura si el alumno no lo


                  logra y por último, rescatar información al responder a preguntas sobre el texto (Anexo 5).

                         En la siguiente sesión diseñada centré mi atención en tratar de identificar a qué


                  trastorno del habla o del lenguaje se asociaba la evidente barrera para el aprendizaje y la

                  participación, por lo que decidí aplicar una evaluación de la comunicación verbal que me


                  facilitó la maestra Estrella Rodríguez cuando cursé el diplomado de Audición y lenguaje en la

                  Normal Regional y que es muy completa al considerar los cuatro componentes del lenguaje:

                  pragmático, morfosintáctico, semántico y fonológico, además de valorar las características del


                  aparato fonoarticulador, la respiración, voz y discriminación auditiva. (Anexo 6)

                         Las actividades se presentan a los participantes como una serie de retos a pasar y de


                  manera individual, para mejores resultados y oportunidad de análisis. Para valorar la

                  funcionalidad de cada órgano del aparato fonoarticulador, primero interpretamos el cuento “El


                  gusanito y la señora lengua”, orienté con los movimientos que ellos debían replicar: simula un

                  gusano con su dedo índice, un camino con su brazo, canta como el gusano y mueve su lengua


                  como la Señora lengua. Después, pregunté a las participantes si alguna vez habían visitado al

                  dentista y si era así, que describieran su experiencia, la respuesta coincidió en que ninguna


                  había tenido la oportunidad. Simulamos asistir al dentista para observar nuestra boca con







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